Llega otro momento, es preciso que se entregue, nadie prende a Dios, es Dios entregado al hombre, por ello en estas letras, al del Domingo de Ramos de mi Ciudad, lo llamaré Jesús del Entregamiento, no te llamo Prendimiento no me sale la palabra que para un Dios que nos quiso tanto que por su entrega, Ciudad Real contempla atrapado. Ya está atrapado, Señor, no tiene escapatoria. Les pertenece. Han pagado por Ti treinta monedas de plata ¿que derroche! Treinta monedas por un Dios que se entrega gratis por amor.
La fina sensibilidad de los cofrades se hará presente en cualquier esquina, y el cante antiguo, el cante del pueblo, lanzará al aire:
Al compás de "Cautivo en tu Prendimiento"
traen a Cristo prisionero
amarrao de pies y manos
como si fuera un cordero.
Igual que un manso cordero
por la Ciudad va caminando,
las dos manos amarradas
que regalaban milagros.
La Ciudad se estremece al verlo
y un quejío hondo y largo,
le brota desde su alma
lleno de sabor amargo.
¡ Ay Cautivo, mi Cautivo mío,
reflejo de agüita clara,
cómo te sufren al verte
entre tus calles y plazas!
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