Cuando...poco más allá del mediodía del viernes de los sueños por estrenar, tintinee la “Salve Regina” en los adentros de Santiago, estaremos en el umbral, en el inicio del idilio con los sentidos, en el principio de compases de ensueño que nos pellizcaran en lo más profundo del alma, en el preámbulo arrebatador que a impulsos de airosas levantas pondrán en vilo nuestro corazón de emoción acelerado, en el génesis de la causa, de las raíces que emocionan a miles de lúcidos que han plasmado en este delirio su modo de vida...dará comienzo el fin de la añoranza, el hálito que da valor a los vestigios de los desánimos.
Empezaremos a vaciarnos el alma para volver a llenarla de ofrendas, de tribulaciones, de duquelas, de miserias; de ilusiones, de gozos, de consuelos, de motivos por los que rezarte, de causas por las que siempre tengo que quererte, de temples, de compases al son del tintineo de tus varales…y, es que, muy pronto, comenzaremos a sentirnos un poquito más felices, empezaremos a vivir en cofrade, de acompasadas maneras para pararnos, y sobre los pies en cada esquina Madre, rezarte…
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