Siendo cabal, honesto conmigo
mismo, he de rendirme y susurrarte que, eternamente seguiré siendo uno de los
tuyos, de los de abajo, de los que miman tus andares, de los que pasean tu
dolor a compás de tus sollozos, de tus pesares…
Y es que un instante, un suspiro, un abrir y
cerrar de ojos frente a Ti me bastó para, sin dejar de estremecerme, trajinar
el alma al desván de mis recuerdos, de mis anhelos y rebuscar mis zapatillas rendidas
de promesas, arrebujadas en racheos para arrullarlas contra mi pecho con la pasión
de añejos y soñados compases costaleros.
Y todo por simplemente sentir,
percibir, descorrer los pestillos de mis sentimientos y presentir el dulce
ademan de tu rostro al desempolvar frente a Ti el costal de mis esperanzas, de
mis dolores, de mis promesas mudadas en chicotas jamás arrinconadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario