Vistas de página en total

viernes, 26 de diciembre de 2014

El anhelo de tu llegada

Evocas, a escasas horas de tu venida…evocas un sueño de Amor por los Remedios dormido, entre hojas de naranjos y azahar recién florecido… Sugieres Piedad, Piedad que muere al compás de un silente y sobrio rachear, rancias filas de negro tafetán regio sabor a cofradía, olor a viga centenaria de catedral de recuerdos embebida… Recuerdas la Pena, Pena que arrastra mi Dios cada Martes por el Carmen, rachear costalero del que surge el requiebro de una cruz al sentir el susurro de la piedra del sacro convento y su puerta que te quiere abrazar...nubes de incienso, sonidos de antaño, olor a cera, capirotes de pena perfeccionan la dramática escena… Y, es que, podría contaros que la Semana Santa de nuestra ciudad es ese frío que recorre el cuerpo cuando la luna pinta desalientos sobre las callejas que conducen hacia la clausura carmelita la Pena de un Dios que nos mira y nos pellizca el alma que en vilo nos tiene...respira poco a poco, ¡parece que no puede! Podría confesaros que la Semana Santa de nuestra ciudad es ese pellizco que acaricia el alma cuando te giras y ves que un misterio, inundado de lirios, morados de Pena y de dolor, viene racheando, navegando sobre pies que marcan las huellas de tu camino. Pero tu llegada Señor es mucho más que todo eso…y es que hay un encuentro con Dios en tu nacimiento y como no, en Semana Santa. Un encuentro único, exclusivo, personal como el Amor de Dios a cada uno. Y este encuentro sí que no tiene víspera ni final, puede vivirse permanentemente, desde que descubrimos cada cual que el  Señor nos llama, nos está esperando y aguarda nuestra respuesta. Todo se une en el Señor y su bendita Madre, la razón de ser de la Semana Santa: el sacrificio por amor de Dios mismo, que Ciudad Real y sus cofrades glosan en la gracia y en el Amor a su Semana Mayor.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Y es que...Navidad eres Tú

Con el tenue silencio que ocasiona la álgida anochecida, junto a un pesebre lúgubre por tierras de Judea, más concretamente en la ciudad de Belén, la dulce fatiga de una estrella alumbraba  en la noche, quebrando con su inquietud la penumbra y el fresco de los días de diciembre.
Aquel humilde y apartado rincón, muy retirado de cualquier posible hálito y cuajado de senderos descuidados que con la madurez de la noche se fueron rebosando de andadas, de sonidos, de rumores, de multitud de personas llegadas de cada uno de los horizontes del planeta en busca del floreciente pesebre, ese en el que un amable animal de carga y un recio y manso rumiante proporcionarían eternamente resguardo al esperado Mesías.
De fondo, se dejaba oír el murmullo de extraños lenguajes. Se cambiaban morrales por mimos y halagos. Se descubrían fulgores en las fatigadas y jubilosas miradas,… mas, todos, sin excepción, portaban idéntica instrucción hilvanada bajo el brazo: esperanza, anhelo, ilusión.
Ilusión por contemplar lo más cerca posible “al mejor de los nacios”; deseo, afán, por postrarse ante el que separaría las postigos del reino celestial de par en par ofreciendo su sangre como diezmo; fe, esa fe pura que antes de que el género humano se corrompiera existió en  labios que rozaron esas benditas plantas de azahar y nácar.
Entre tanto los que hasta allí llegaron y los estribillos de los villancicos iban al encuentro de un modesto refugio para resistir la fría noche, Jesús enredaba con las telas de sus sabanitas y jugaba a esconderse y repentinamente a descubrirse de nuevo entre ellas; hallábase alegre, aún no habían casi despertado sus alegres ojos a su presentida existencia y no se notaba todavía con la energía que fuera menester para darse cuenta de la muchedumbre que años después  gritaría para que fuese clavado en una cruz, hasta que de pronto … Su alborozo, su radiante mirada, sus jugueteos se interrumpieron y descubrieron aquel perfil que aguardaba su momento pisando ya el quicio de su improvisado cobijo. Quién sabe si advirtió su perdida mirada, apenada, decaída; tal vez le chocó lo hundido de sus ojos, evidenciando vacilaciones y desengaños; a lo mejor se extrañó al comprobar que aquel visitante llegaba a su cuna sin nada en las manos, nada que entregarle, nada con que halagarle…
Ninguno lo averiguó, pero el chiquillo  al que llamaron Jesús persiguió sus pisadas con esa inocente y pura sonrisa dibujada en su semblante hasta que aquel desconocido se plantó frente al Niño Dios, y el Hijo de Dios –sorprendiendo a todos-, lo recibió con los brazos abiertos para que éste lo alcanzara y sobre su pecho recostar sus sienes sagradas.
El improvisado albergue que resguardaba del frio su carita divina, repentinamente, quedó silente. Las pisadas permanecieron sin palabras. El pasmo se filtró por las desvencijadas ventanas ansiando ver lo que  dentro pasaba hasta que María, todavía agotada y algo abatida, se aproximó hasta aquel imberbe escribiente para que desterrara su altanería y mereciera arrullar en su torso al que tantas vicisitudes venía a clamar. Fue el elegido, el agraciado, el escogido.
Esa milagrosa noche la bondad del Niño llamado Jesús comprendió aquellas palpitaciones agrias que llegaban hasta Él rumiando clamores desde el mismo instante en que determinó guardar calma y sosiego para no reventar y cuartearse en mil girones como ropa expuesta a las tempestades, a los malos vientos.
Esa noche el corazón de Jesús supo aplacar esos latidos amargos que perciben con más y más  ira cómo la vida juega a encubrir soledades con las esperanzas que junto a su respiración se pintan al retirarse hasta el día siguiente el sol. Esa noche el corazón de Jesús supo adormecer el furor, la rabia, el arrojo que salvaguarda un sencillo nazareno de cera que contempla con turbación – desde el balcón de sus límites -, como y tras pasar más de dos milenios el Hombre continúa velando el mensaje descendido de las alturas entre inciensos y celos, rivalidades y envidias.
Escasas fueron las palabras, escasos los reproches, nada de malos propósitos,…pero al descansar de nuevo en su humilde pesebre, el semblante del Niño llamado Jesús ya no fue igual. Desamparado y desarmado, el corazón de un mero amanuense pudo descubrir sus llantos delante del que tanto anhelaba y logró, sin saberlo, sin procurarlo, sin pretenderlo, que el corazón de Jesús -desde aquella naciente Navidad-, conociera sin lograr remediarlo que su destino estaba más que dictado.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Hoja informativa hermandad de las Penas

Como anexo a la que se envió en noviembre la hermandad de las Penas remite a los hermanos la hoja que podéis consultar pinchando sobre la imagen del Niño Jesús que aparece en la columna de la derecha. Con ella se mantiene puntual y detalladamente informados a los hermanos sobre todos aquellos actos y celebraciones de relevancia.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Esperanza del Pilar

¡Qué fanales de luz tan sublimes tiene por ojos la Esperanza cuando recibe a sus hijos en su casa! Tal que una joven coqueta, se puso del lado de su más bello perfil, para que así podamos descubrir la comisura de una velada y sutil sonrisa entrecortada. Y nos recibe con su mejor ajuar, el más primoroso que pudo encontrar. La corona de pedrería que ilumina su altar, el manto más primorosamente bordado quiso lucir, la medalla de su ciudad y un fino rosario de cuentas de esperanza y plegarias repletas que sujeta en su mano pura como el azahar. ¡Qué guapa la Esperanza cuando recibe a sus hijos en su casa! Tuvo que ser en su barrio y al amparo de su hermandad que un día, solemnidad  de su nombre sin par y en su templo sagrado del Pilar, que se compuso la mejor Madre rebosante de Esperanza en la historia de esta ciudad.    

jueves, 18 de diciembre de 2014

Campaña de Navidad e inauguración del Belén

La Hermandad de Las Penas realizara este próximo sábado día 20 su anual recogida de alimentos y donativos para entregarlos a las familias mas necesitadas. Acerquémonos todos a partir de las 11:00h a la Plazuela del Carmen y tratemos de paliar en la medida de nuestras posibilidades la carestía que puedan sufrir algunos de nuestros hermanos en estas fechas tan especiales.
Y sera también ese mismo día 20 de diciembre a las 13:00h la inauguración del Belén que este año la cofradía ha vuelto a montar en el interior del convento del Carmen. Les invitamos a todos a que estén presentes en un día tan especial donde se unirá fe, hermandad y caridad.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El gozo de su llegada


La alegría de quien viene a confortarnos en nuestras penas se refugia en estos días tras los muros conventuales del Carmelo. Al amparo de una madre confiada, resguardado por un padre en el amor a su hijo cautivado y recibido con enorme gozo por una cofradía que con pena profunda en el alma le aguarda con una cruz de pecados que le entrega cada Martes Santo cuando vuelve a la clausura que le espera con dulzura para curar sus heridas.

martes, 9 de diciembre de 2014

Y me postre ante tus celestiales plantas...

…para no pestañear, y contemplarte, tal y como me habían contado, lo bien acicalada que por estos días acostumbras a estar en tu aposento de plata, cariño y oro, resguardada de estos fríos que tanto hacen toser a nuestro Niño… enredada con tus trajines, no descuidando el fogón para que no se te requeme la comida que con tanto cariño nos aguarda, aguardando con la paciencia de una madre a sentir con esmero la última de las plegarias para subir a tender tus sayas, las enaguas, tus delantales, sus inmaculados y delicados baberos… y  para dialogar con las vecinas mientras el albor del ocaso esboza espadañas en la bóveda del cielo, guardándote en tu delantal de tafetán de tonos inmaculados bordado por el sol, que con sus primeras luces solo a Ti te busca y te ilumina, un pintalabios de canela para seguir apareciendo guapa a la hora de acoger a los que afligidos ante Ti Madre llegamos… Bendito sea ese delantal de Concepción Inmaculado.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Cuando Dios llega

Una escala de sueños sostenida por la ternura del aliento de Dios. Tu mano, Cristo, nube desnuda que parece llevarse todo el sol que nos une, y, sin rozarlo, hacerlo llover después sobre estos corazones dolidos que van por los senderos, deslumbrados de Ti, para caer en ese hueco tuyo que edifica la noche de los cielos. Un brillo oscuro en que el común origen pone cerco y designio a nuestras vidas.
Tú eres aquí meridiana faz de Pena…humilde y alta cual ninguna… Sobran, pues, las palabras. Mirarte solamente. Miradlo fijamente, interioricemos el silencio de sus pisadas… a solas con mi Dios nocturno…en el tranquilo reino, en el fondo del alma. Silencio puro. Mi Señor camina hacia su muerte…
Una calle de lirios para las calles de su Real Villa… Silencio puro, íntimo, sincero. Silencio para reconciliarnos con nosotros mismos. Solo Dios puede, de la materia, hacer brotar el espíritu. Creamos eternidad en cada una de nuestras imágenes. Este es el poder maravilloso que Dios concede a nuestra ciudad. Y está en nuestras manos. Ciudad Real transformando nuestro pobre tronco humano en imagen de lo divino. Vuela entonces el ala de un Ángel sobre la niebla de nuestra mediocridad. Nuestro corazón tiembla de sobresalto. Un hombre que aún es joven se va muriendo arrastrando una cruz por nuestras calles. Martes Santo. ¡Cuánta Pena en su rostro! Simón de Cirene le acompaña.
Y llueven sangre nuestros cirios oscuros de amigos con capirote enlutado, Semana Santa de la ciudad arrepentida, lágrimas de temor por la ciudad alegre y confiada que cierra el puño vergonzante y tapa sus oídos al clamor de los pobres.
Perdónanos Señor de las Penas, imagen de nuestro corazón, que cuando estas en la calle, cuando apareces ante este pueblo mío, al que amo y Tú amas, uno comprende y siente el gozo mismo de la eternidad. Porque Tú has querido que sea aquí, en esta ciudad, al amparo de esta cofradía, donde cada uno de nosotros haga el milagro de crear tu rostro divino a imagen y semejanza de la gloria que soñamos.