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miércoles, 25 de junio de 2014

Y a ti...

como te gusta mas "La Perchelera"...

Nunca dejes de mirarla,
y proclama a voz en grito
que la Reina de la Gloria
viene ya entrando por Lirio.
A lo lejos, donde ensancha 
sus márgenes como un río 
la calle acerca sus labios 
para besar cada hilo 
de su manto de clavel 
en el aire suspendido.  
No temas mirar su rostro, 
coronado del gozo vivo 
con que Dios sembró en su Madre 
la esencia del Paraíso. 
Mírala cuando el dolor 
pretenda ocupar el sitio 
de aquella felicidad 
que Dios puso en tu destino.

domingo, 15 de junio de 2014

Manantiales de fe...

La melodía afligida de las hermanas emociona los fanales de luz que vierten por su cara los Dolores que son sus lágrimas y que riegan cada primavera la sedienta espera de sus sucesoras al pie de la Cruz. Y en toda la plaza no se respira otra cosa que no sea amor, cariño, verdad, pureza… intimidad, el sosiego de comprobar que otro Viernes de Dolores viene a su encuentro la excelsa Madre de los Dolores, la única que entiende el callado silencio de una clausura solemne, de la soledad de sus soledades al amparo de su forma de vida… la Cruz. A mis dolores voy, de mis dolores vengo... Ahí viene derramando por su cara el dolor de sus entrañas, a que le cuenten sus monjitas cómo se sufre la cruz del dolor después de la muerte de quien alienta la vida de las hermanas benditas de la Cruz.

lunes, 9 de junio de 2014

Y...Él...

...viene a ti en silencio, como un rayo de luz que con su fulgor te acaricia para impregnarte de fe en la estación de penitencia infinita que te espera.

viernes, 6 de junio de 2014

Como la madre...

..que acuna y consuela a su apenado hijo, así saldrás Tu a consolar a tu Hijo, cuando maltratado , humillado y malherido vaya a buscarte a la puerta de tu casa implorando el calor de tu consuelo.

martes, 3 de junio de 2014

Tu luz

Y aunque la pena te ahogue
al ver lo que va sufriendo
el Hijo de tus entrañas
atado como vulgar reo,
yo sé que has escuchado
las suplicas y lamentos
que entre rezos y plegarias
te piden quedo, muy quedo.
Y yo, Señora, te canto
con cariño al regazo de tu luz:
¡Qué bonita te hizo Dios
Madre mía de la Salud!

lunes, 2 de junio de 2014

De Macarenas maneras

Las velas pulcras como tocas de clausura. Surgiendo el sol en el semblante de la Luz misma. El palio de la sombra perfecta filtrando el sol del último sábado de mayo, vísperas de la Ascensión. Crepúsculo de Sevilla. Esto eres Tú. Y, antes que lleguen los ramilletes de sol purificados en tu cara morena a iluminar el suelo alfombrado de nuestras plegarias, cuando hoy, todo sollozo de la todavía rezumante pasión se vea revestido de celebración, quiero declararlo. Anhelo contener este momento reposado de Salve a la Salvadora con repique de campanas de una orgullosa y enseñoreada Giralda. Y… es que la Esperanza es esta imagen. Ella frente a nosotros pecadores. Una vida entregada a la fe, por su hijo, nuestras voces susurrando melodías…”Señora de nuestra vida razón de felicidad, gracias por bajar del cielo y por poderte llamar, Señora de nuestra vida y por poderte llamar Macarena en este mundo y de aquí a la eternidad”, porque para poder ver la legítima cara de la esperanza, los puros ojos de la esperanza, la segura expresión de la esperanza, hay que darle la espalda a este mundo y mirarla solo a Ella.
 Los momentos únicos de Sevilla son estos. Un instante imborrable. Como todo lo trascendente. Porque irradiar es ir más allá de lo meramente ostentoso. Rezar a nuestras más hondas devociones en voz alta, no para ser oídos, sino para escucharnos, cuando la Madre emboca las calles de la ciudad al despabilarse el día y se deja ahogar las flamas de sus cirios con el letargo que tiene la melodía acompasada de su himno de devoción y amor.
La cita con Ella es, ciertamente, un ensueño. Una cita con uno mismo y con sus más profundas creencias, es volverse después de verla pasar y no dejar de sonreír, porque realmente uno ha visto en la tierra a la Madre de Dios, aquella que un día tuvo en sus manos al Hijo muerto por amor y que hoy, en su solemne Ascensión a los cielos, sujeta con gracia y primor en ellas las flores que su sangre le dejo, prueba palpable y cierta de su Resurrección.