Y todo ello como una "procesión que va por dentro", todo ello como una "Quincena Santa secreta" que solo durante estos días se proyecta, se hace visible, explota en luz, en color, en música, en incienso, en plegarias, en Salve final y en flor -mágicos dones de esta epifanía veraniega en la Mancha- y se convierte, a su vez, en imágenes e imagen del tiempo, que es nuestra propia historia personal, e imagen de la eternidad, que es contemplación incesante de lo que amamos. Se trata de intentar ver la materia de fe -que de algún modo se convierte en "gracia"-, el sentido de amor -tan vinculado a un cierto conocimiento vivencial de la "belleza"- y ese modo de hacer poesía, no escrita, en la emoción del presente -síntesis de lo vivo y lo lejano, materialidad del sentido organizado en "tradición"-.
Poseemos, como es sabido, una compleja singularidad estética, una cierta tendencia a sobrevalorar rasgos sensoriales de la religiosidad.
Y, para que uno pueda aclararse en esa "procesión que va por dentro", grandeza de nuestras vidas, ciudadrrealeño que aun espera de la condición humana algo mas que barro, huellas que inviten a caminar, conviene advertir también que toda esa sensibilidad para interiorizar la gracia, la belleza y la tradición de lo nuestro es, en Ciudad Real, trabajo de las cosas que hacen mas humano al hombre, impulso y sangre de las generaciones: algo así como el sufragio universal de los que ya murieron, de los que ahora vivimos y de los que aun no nacieron. Nuestra "procesión" interior es el resultado de la voz y el voto de los siglos. La materia elegida para modelar en cada uno de nosotros una imagen del mundo, una imagen del hombre y una Imagen de Maria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario