La Hermandad de la Trinidad vivió ayer el acontecimiento más esperado dentro de los actos por su 500 aniversario. Medio milenio de vida que celebró con una salida procesional excepcional por las calles de su feligresía, en la que todo el barrio y muchos devotos la arroparon. A juzgar por el gentío que esperaba en la puerta, y que casi abarrotaba el cruce de la Ronda con la Carretera de Carmona, se podría decir que Sevilla vivió ayer una tarde de Sábado Santo en un domingo de septiembre. Eran muchos los sevillanos, devotos y vecinos del barrio que no se quisieron perder esta ocasión excepcional y acompañar a la Hermandad de la Trinidad en su 500 aniversario. Ya por la mañana, en la Basílica Menor de María Auxiliadora, se vivió otro de los momentos grandes con una solemne misa presidida por el cardenal Carlos Amigo Vallejo, que tuvo lugar a las 11.45 horas, y dedicada a la advocación de las Cinco Llagas.Si pasadas las siete de la tarde se ponía en la calle la cruz de guía, a las siete y media lo hacía un Calvario muy distinto al que esta hermandad nos tiene acostumbrados. El Cristo de las Cinco Llagas con la Esperanza de la Trinidad a sus pies y la compañía de San Juan y la Magdalena formaban la inusual iconografía, que recuerda a la de los primeros tiempos de la cofradía y que la hermandad ha recuperado para tan importante efeméride. Nadie quiso perderse la singular estampa y numerosas personas se congregaron ante la puerta de entra al recinto Salesiano, muchos de ellos cámara en mano para inmortalizar el momento. Así, entre el gentío, salió la cruz de guía abriendo paso a las reprensentaciones de las 41 hermandades, cada una portando sus estandartes, que fueron invitadas a participar en el cortejo. Entre ellas, estaban presentes las que como la Trinidad, procesionan en Sábado Santo, las que entre sus imágenes titulares tienen a la Virgen de la Esperanza, algunas hermandades de gloria de Sevilla y provincia y otras provenientes de localidades como La Línea de la Concepción, Algeciras o la madrileña de Ciempozuelos.Minutos más tarde salía el Calvario acompañado, como ya es tradición en la estación de penitencia de la cofradía, por la banda de cornetas y tambores del Cristo de las Tres Caídas de Triana. Salía a la calle y se encontraba con las cientos de personas que esperaban fuera. Las cámaras digitales y los móviles se alzaban al mismo tiempo que el paso enfilaba hacia la Ronda. Tras la primera parada en la avenida de María Auxiliadora, la procesión se disponía a iniciar el recorrido tomando la Carretera de Carmona, que más bien parecía una de las muchas calles del Centro en las que no cabe ni un alfiler durante la semana grande la ciudad. Sólo faltaba ver la fila de capirotes, por la que más de un niño preguntaba a su padre, para que la imagen fuera la misma. El Crucificado de las Cinco Llagas, obra de Luis Álvarez Duarte, con la dolorosa trinitaria de Astorga a sus pies vestida de hebrea, y con el acompañamiento de las imágenes de San Juan y la Magdalena, desfiló por la calle San Juan Bosco, Plaza de Antonio Martelo, y Arroyo hasta la parroquia de San José Obrero. Allí, tras un recorrido en el que no le faltó la compañía de Sevilla y ya sin la luz del día, se celebró un emotivo acto de acción de gracias que tuvo lugar poco antes de las nueve de la noche.Una vez finalizado, el cortejo inició el recorrido de vuelta hasta su basílica, continuando por la calle Samaniego, Esperanza de la Trinidad, San Juan Bosco, Venecia, Urquiza, Doctor Relimpio, avenida de María Auxiliadora, Mateos, Verónica, Sol, Madre Isabel de la Trinidad y María Auxiliadora para entrar en su templo sobre las 1.30 horas.
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