Una neblina con cierto sabor y olor a rancio, envolvía la habitación destinada a improvisada capilla de la casa hermandad de la Soledad, traspasar el umbral que la separaba de la sala de reuniones era como transportarte al siglo XVIII, solo la luz de la cera iluminaba una escena digna de ser guardada en la retina y en el cofre de oro de los recuerdos cofrades. El exorno floral admirable y con gusto exquisito nos recordaba a las Dolorosas mas serias de Sevilla, la Virgen vestida no solo con gusto, sino con mimo, con cariño recordando tiempos pasados y dándole una expresión totalmente nueva, y el acompañamiento...el San Juan poderosisimo y la mantilla que cubría a la Magdalena le daba también un aire muy especial y como remate el altar montado a tal efecto...creo que el nuevo aire de esta cofradia puede ser lo que se llevaba esperando mucho tiempo en Ciudad Real, un palio serio, con marchas de las que no te cansas de oír y un misterio al estilo del duelo, de los que piden paso y flotan en la calle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario