La memoria se vuelve muy frágil, máxime cuando el que habla tiene a pocos bancos a aquellos a quienes quiere agradar, o tiene como perro de presa al mandamás de la cofradía “madre y maestra” esperando que la carnaza que a él no le gusta el tampoco siquiera la huela. Y es que los nuevos y superentendidos cofrades, parece que se han encontrado las cofradías tal y como están ahora, con los pasos que en la actualidad sacan, con los cultos y actos que actualmente se realizan, y con la nómina de hermanos y el inventario de enseres que se han encontrado.
Por eso no es raro encontrarse a “cofrades” que con solo llevar unos años trabajando en alguna hermandad, pero eso si tienen el record de “si buana” al jefazo de turno, tienen en su haber placas y reconocimientos de lo más variopinto; aunque a sus espaldas lo pongan de “tonto parriba” pero le damos una placa y una medalla “dorada” y lavamos nuestros veniales pecados.
Como dice un gran cofrade amigo mío y capataz: “le dan premios y placas hasta al que pasa racheando por un paso pero de cebra y un atril y la voz al que es capaz de borrar en sus papeles años de historia”
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