Te extraño tanto en la liturgia
de la media luz... a solas, mientras el frío y el albor que está por llegar
sacuden las almas y despiertan nuestras más enraizadas y emotivas rogativas, me
reconforta desenterrar que yo sin más, he alcanzado a soportar un ascua fugaz
por el mismo trayecto por el que Tú fuiste llevando día a día todas mis
suplicas y cansadas cruces. No me veo en el reflejo de mi oscuro espejo, no me
alumbra la luz de tu escondida y sin par mirada, claridad en mi enlutada historia.
Pero pronto la Majestad de una Madre vestida de tafetán azulado en la plaza,
volverá a perdonar mis pecados. Y me consolara en esta vida y en su muerte,
dejando mi devoción a la intemperie.
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