Hay un lugar de desconcierto para el tiempo que nos llega, para el tiempo de Primavera: el espacio cerrado de los prodigios en movimiento, cuando el esfuerzo se transforma en arte y luego vuela con Ella al Cielo, Virgen y Madre entre varales, paso de danza emergiendo de los nuevos fuegos, rumor de luces envuelve el palio.
Allí mismo los siglos se detienen en honor de la gloria y la ceniza del tiempo, fundida en cera y flor, se hace clamor de un pueblo. Ciudad Real sombra altísima en las campanas de la torre de un barrio santo.
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