Porque a tu paso hasta el aire se enmudece, y el árbol reverdece, el sol para piropearte se asoma, y yo Señora, quien soy yo para acercarme a tu paso y rezarte, y mirarte, y llorarte, y quererte, y por fin Señora arrodillarme a tus plantas y decirte: "llevame Macarena, pero donde Tú estés, que será tener la gloria para siempre y el arrullo de una madre de verdad"
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