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Foto: J.J. Comas Rodriguez |
Nunca he podido verla en la calle, solamente en una ya lejana pero inolvidable salida extraordinaria con motivo del 450 aniversario de la fundación de su hermandad, donde su luz me dejo cegado para siempre. Pero la siento como si cada día pasase por su arco y me recreara en ese suelo bendito que Ella pisa cada madruga, como si al final de cada jornada de agradecido trabajo, me detuviera en su glorioso atrio y le diera gracias por un día mas...por un día menos para que llegue ese momento de poder verla en deslumbrante e inigualable estación de penitencia. Hoy, la vuelvo a ver en su paso, con la grandeza de la sencillez, con el regusto del buen gusto, con la delicadeza del exorno justo, con su maravillosa hermosura rematando una faena que a buen seguro firmaría el mismísimo Joselito "El Gallo". Ella, siempre Ella, que todo lo hace candor, todo lo hace fulgor y todo lo hace amor.
Hoy, de nuevo volvere a pasar por una plaza, atravesare un atrio y entrare en una iglesia, y besare las manos de mi Reina, a la que Santiago le da nombre, y seran tus manos Macarena, y, en ese momento en el que parece que se aleja lo que uno mas quiere, aunque en realidad lo llevas mas dentro, uno cae en la cuenta de la brevedad de la vida, de la fugacidad de los momentos del gozo. Sin que nos demos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, todo habra pasado. Que poco quedara del momento, acaso solo lo que permanezca escrito en el corazon de Ella.
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