En los ociosos fines de semana de este verano cuyo calor sofocante no se acaba de ir del todo, aun hay tiempo para banales paseos por por el corazón y alrededores de una ciudad suspirante por la reciente subida a su cielo de nuestra Reina y Madre del Prado y quebrada por los sollozos de nuestras imagenes Marianas, que, en el ocaso de estos días celebran sus funciones y onomásticas...Consuelo, en el final de un mes de agosto marcado por la fiesta de nuestra patrona...Dulce Nombre de María, en el domingo de la fiesta del Señor, cuidada y venerada por unas hermanas en espera de la venida del Espíritu Santo sobre una más que santificada Madre María de la Purísima...Y, Dolores, en el ecuador de un mes prolífico en acontecimientos, beatificaciones, aniversario vicenciano...Dolores, de la que tendremos sus benditas y puras manos dispuestas al tibio y emocionado roce de nuestros labios...la que bajara de su perchelero altar para bendecirnos a todos con su tierno y nacarado rostro, la de la mirada dulce, la de los ojos por descubrir, la del clamor en la calle, la del corazon saeta, la de tu ciudad mejor guardesa, la que para el campo es requiebro, para el hombre fortaleza, para la mujer dulzura, para el caminante senda, para el cofrade, para el cofrade eres, Señora, para el alumno maestra, y para la noche bengala que saluda tu presencia cuando la calle se enciende al divisar tu belleza...
¡Bendita seas hasta la saciedad, Madre mía de los Dolores, Madre mía de verdad...!
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