Todo lo que se mueve en torno al mundo del costalero, a mi pobre entender, viene movido por una devoción, creo que eso es un hecho que a todas luces es evidente y mas que constatable. Todo el que se mete bajo un paso por primera vez, le mueve un sentimiento hacia la imagen que portara durante un buen puñado de horas, después, quizás, a la hora de portar otras imagenes diferentes a la que por primera vez le hizo sentir ese puyazo en la cerviz y que le enveneno la sangre con partículas cofrades para siempre, lo haga por afición, por seguir sintiendo ese peso glorioso, que al contrario de ser pesada carga es orgullo y motivo de satisfacción cuando tras una procesión se acaba abrazado al hermano de trabajadera sudoroso y cansado pero seguro de haber portado al Señor o a su Bendita Madre hasta su casa con el mayor de los mimos y con todo el amor que un hijo puede dar a su madre que sufre o a su hermano que pena hacia una muerte segura. En definitiva, el costalero saca con devoción a su imagen del alma y después movido por la afición al costal y a la trabajadera se va enganchando a otras cofradias.
1 comentario:
Excelente artículo.
Un abrazo desde "El Cabildo Cofrade"
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