Y es que, alejado de olvidarte en
mi memoria, de enterrarte entre renglones escondidos en un cajón, o de engendrar
sombras cuando la presencia de tu delicado Amor se enmaraña con el azahar que retoña
de los naranjos que perfuman tu ermita vieja,
yo me descuido por las calles hasta enhebrar los hilvanes de mi alma al postigo
de tu capilla y rogarte cuando nadie me presiente, y persiste el palpito en mis entrañas cuando el pasmo
de tu gesto trae aromas de gloria a los Remedios…Así permanece en mi uno de
esos silenciosos y callados secretos que paseo bordado bajo las bastillas ya rozadas
y descosidas de mis días.
Entretanto, consentir que esto, se
perpetúe siendo mi más íntimo y profundo secreto, de esos que se confiesan un
Viernes a medianoche y se comparte entre rumores de alpargatas y silencios.
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