Ciertamente, algún día caeremos en la cuenta de que Jesús, el de las Penas errante, va hilvanando nuestros anhelos y nuestros delirios, nuestras desesperanzas y nuestras esperanzas, nuestras repulsas y nuestras sorpresas a esa cruz que Él lleva sobre su hombro sin aguardar auxilio alguno ni pedir nada a cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario