La ciudad en gloria pura, saeta disparada a un universo mágico que suelta sus amarras con la tierra para doblar la esquina de lo imposible y convertirse en Estrella de la mañana que ilumina el vacío y resucitar con El, Sol de Dios Vivo, en el fuego nuevo del ocaso del verano.
Ciudad Real liberándose de si misma en septiembre extraordinario, transformando nuestro pobre tronco humano en imagen de lo divino, en ese milagro que la Caridad concede a esta ciudad en su cofradía. Milagro de la sangre y de la tradición Milagro de la inmortalidad afectiva. Milagro de esa continuidad vital que todos necesitamos y deseamos. La Caridad como un camino que nunca se hace solo.
El rostro de un Cristo, la figura del Hombre. Imagen que se identifica con una ciudad entera, aquella en la que todo lo que perdimos resucita. Señor de la Caridad, que al espíritu no le falte la materia que Tú pusiste en la creación. Que a Ciudad Real no le falte el Espíritu para construir los caminos fraternos de una sociedad mejor.
Espíritu y materia que hacen posible la grandeza de nuestras vidas, el pan y el vino de una vida mas justa para todos.
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