Algo se muere en cada instante que pasa... Y no es la falsa melancolía del sentimiento. La devoción silente del creyente es toda una metáfora de esa fe que va limando los flecos de nostalgias que ahora le hacen creer, las ilusiones que solo son quimeras y no le llenan el alma. Esa devoción de esta vida no llama, entra sin pedir permiso y todo lo vuelve real, tangible, maravilloso. En su mente, percibe el miedo. Pero no lo teme porque no esta sola. Se sabe en una dimensión eterna, pero que no deja de ser tan real como la que contempla, la que toca, la que besa.
La tarde de Dolores descubre con sus sombras una vida de esperanza. Entrañas de vida dominan su viejo corazón inquieto, como una locura de enamorados que hacen imposible cualquier certeza. No es un nuevo sueño. En el naciente besamanos, cuando ya tenemos su nacarada piel ahí, hay siempre un momento en que los ojos de la Dolorosa y los suyos se miran entre sí, de una manera especial, profunda, como si Alguien la iluminara con los ojos de aquella imagen y le expresara el consuelo que sentía por tenerla allí, acariciando sus benditas manos, la ternura de un abrazo sin fin, mas allá de la piel, donde solo existen ella, y... Ella. Va desapareciendo la nostalgia, revive momentos entrañables de la hermandad con personas concretas: convivencias, paseos interminables, palabras nacidas desde lo mas intimo de su ser. Se da cuenta de que solo por vivir unos segundos, unos instantes frente a los ojos de quien quiere con locura merece la pena la espera anual... La Dolorosa se transfigura para ella. Esa es la razón, el sentido de besar su mano. Quiere estar con Ella en ese silencio cálido, sin hipocresías, en un amor que va mas allá de cualquier adjetivo formal.
Hay un instante mágico en el que siente que realmente Ella está allí, como en una dimensión imprevisible, mirando a la Madre cara a cara, despertando, con lagrimas en los ojos, a una nueva pero vetusta devoción, distinta, serena, donde la distancia nada significa... Donde se puede adivinar un dialogo imposible pero querido...
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