Ciudad Real buscando así las imágenes de su propia visión del mundo. Ciudad Real intentando encontrarse así, en medio de la calle, con la grandeza material y espiritual de la vida. Ciudad Real inventando así un universo donde instalar el Rostro de una Santa hecho a la medida de nuestra forma de sentir, la imagen de la Doctora a semejanza nuestra. Ciudad Real, entre la plegaria que huye como columna de aire, y el acontecimiento poético que provoca, paso a paso, chicotá a chicotá, cientos de pares de ojos asombrados por descargas de gracia y pasmos de maravilla.
Entonces se ilumina de verdad esa emoción sin nombre escondida en cada cofrade, y el espacio y el tiempo se llenan de signos, de señales, de mensajes, y no existe el vacío, y por el quinto agujero de la multitud a la salida del Carmen, por ejemplo, apenas entrevista los guardabrisas, uno comprende para siempre la dimensión mas honda de la parábola estelar de la ciudad.
Ciudad Real impone así, sin lógica posible, ese ritual de fiesta inolvidable que es la liturgia liberadora de la Reformadora del Carmelo, Hija de la ciudad, entregada a su pueblo...
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