Con su fino pañuelo de amor
limpió tu preciosa sangre, Señor,
con un manantial de ilusión
y manto blanco resplandeciente de amor.
En cada doblez de su encaje
un poquito de cariño,
palpita su corazón,
suavemente su cuerpo salvo
sus manos palpitan como un asustado niño.
Su mirada fija le decía
no sufras mas hijo mío,
sus labios nada le decían
lágrimas de amor por su cara caían.
Y ante Ti, Madre de la Soledad
con los clavos en sus manos
ya soñaba con la hermosura de tu rostro soberano.
Con clavos de Piedad, Soledad, Madre y Señora
murió y Tú a sus pies te encuentras ahora
y lo limpias y lo mimas lo arrullas con tu fina toca
y tus desvelos, tus oraciones
te pusieron la corona de Reina y de la ciudad Señora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario