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miércoles, 27 de octubre de 2010
El costalero...
El mundo del costal es un mundo de muy hondas devociones, pero con un muy alto porcentaje de afición. Los pasos no se mueven solamente al son del amor a los Titulares. Ser costalero es un oficio, una sagrada afición. Vestirse de costalero es tan grande como vestirse de blanco en ese día de ensueño y nervios que todos hemos pasado para recibir su cuerpo en sagrada comunión; vestirse de costalero es un ritual, como el que sigue el torero, con sus devociones alumbradas por una llama de vela casi acabada, perpetuando un orden en su ropa casi ancestral. Y pasear a Jesus y a su bendita Madre es el culmen de ese guion de respeto, responsabilidad y amor que todo buen hombre, todo buen costalero debe seguir sin saltarse un solo acto, un solo renglon, de esa sagrada obra de teatro que se escenifica para que la fe se reparta por las calles al son del racheo de una cuadrilla, de unos actores privilegiados y tocados por la gracia de la proclamacion del Evangelio segun los capataces y los costaleros de nuestra ciudad.
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