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domingo, 29 de noviembre de 2009

Hoy Madre...

 


Hoy, Madre mía, he sentido por fin que puedo atravesar tu casa hasta el Sagrario, donde reposa tu sublime imagen, rezar en silencio, quietamente y volver la vista hacia Ti sin que mi corazón  salte y sienta  un pellizco que acelera mi sangre como si de un Viernes de Dolores se tratase y a la altura de Altagracia y Estrella, en revirá interminable tus ojos en mi pusieras.
He sentido Madre, tu quietud tu  paciencia y de ambas cosas y en lección magistral y efímera, me he llevado lo mejor de tu belleza, lo mejor de tu lindeza, lo mejor de tu realeza, lo mejor Madre que eres Tú, tu humildad callada, tu saber esperar sin impaciencia, tu vida callada de desprecios, dolor, fariseos que se acercan y te hablan de favores y oraciones, tanto en tu manto guardado…
Hoy he sentido Madre, que te tengo siempre, te hable o no te hable, te mire o no te mire, te guie o no te guie en tus pasos por la ciudad, te llame o no te llame al llegar al corazón de la capital, hablen mal de mí o no me quieran ni mirar, sientan o no sientan que son ellos, y no yo los que te quieren de verdad, siempre te he sentido, te siento y te sentiré Madre de verdad.

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