La recia brega con el día a día va tejiendo esa maraña de alegatos
que me tienen, desde hace ya un tiempo, anudando garabatos en una esquina del
recuerdo, al cobijo de suspiros y lamentos. Y será ahora, recostado en mi
memoria y aplazadas mis vigilias de trajines y desvelos cuando hilvane unas escasas y parvas tachaduras sobre
el blanco del papel siempre díscolo para fruncir el velo de una entrañable e
íntima verdad con la que llevo en coplas demasiado tiempo ya.
A modo de pretendido escribano, deshilachado ya por el tiempo
y los odios que nunca vencen, propago hoy estas letras atesorando plegarias y
devociones ya envejecidas, ilusiones zurcidas en confianzas y con la tartera del
anhelo, del aguardo y de la esperanza próxima a consumirse… Y es que en las maletas
de mis nostalgias y mis quereres, Ella es - verdaderamente-, el más grande de cuantos
tengo…Ella cautiva mis silencios y allí donde mueren, el requiebro de su mirada
los hacen brotar de nuevo.
En el lugar en que las angustias se revelan, Ella con el
delicado gesto de sus manos las aparta, las sacude para siempre de mis días,
azulea mi cielo.
Cuando las fuerzas se agotan, Ella -sin otra cosa que el
sutil roce de su mano en mis labios-, consigue henchir mi alma de tesones.
Estremeció mi alma al despuntar aquel sublime día, y desde
ese eterno soplo de Salud pinto con el matiz de su nombre, con el tono de su cara los ruegos de mis
despertares,… ese que se filtra en mi boca cada mañana y que corre los cerrojos
de mis ensueños cuando amoldo mis duquelas al arrebujo de una almohada que devuelve tu nombre como
sueño de ramos ya en la madrugada.
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