Donde no llegan nuestros
sentimientos existe un instante mágico, prodigioso, en el que uno siente
realmente que Ella está allí, como en una dimensión impensada, mirando, despertando
con lágrimas en los ojos, serena, donde la ausencia nada significa… se puede
adivinar un diálogo inalcanzable pero ante Ella…posible. Ante tan sublime
mirada, te sientes sin defensas lógicas...sin argumentos formales, los
principios, el orgullo…desaparecen. Las hipocresías de tantos serán siempre
secundarias…Es entonces cuando te das cuenta que tus miedos no tienen sentido
si sabes mirar desde el silencio y la fe, con los ojos del corazón, los de
Dios, donde el dolor pierde su sentido de muerte…y la vida nace de la madera
bendita, del rostro devoto de la Madre, que parece, solo parece querer morir…
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