... Unos inmensos ojos arrasados inundando de lagrimas este valle de Dolores... y un cromatismo regio de la regia hora en que nos viene de frente y por derecho con aromas que acarician la brisa de una plaza, el hálito de un barrio, el aliento de un oratorio...
Valle de lagrimas que gotea en el alma de quien la contempla, inundada en Dolor, solo ojos para su llanto solo luz para sus tinieblas de Dolor, solo pena para su corazón encogido. Ojos inmensos en la inmensidad de su Dolor. Dolor abierto al surco de la Cruz, desaforado y tenue; tenue, si, que el suspiro se le escapa en medio de la congoja, como un lamento que es plegaria... ¡Hijo Mio!
Y mientras resuena el eco de Amarguras, Maria se deshace en un valle de dolor y desconsuelo, Ella, la Señora, la Pura y Limpia Madre de Dios...
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