Nunca he podido verla en la calle, tan solo una vez en una ya lejana pero inolvidable salida extraordinaria por su feligresía con motivo del 450 aniversario de la fundación de su hermandad, fue ahí donde la luz de su rostro me dejo cegado para siempre. La siento como si cada día pasase por su arco y me recreara en ese suelo bendito que Ella pisa cada madrugá, como si al final de cada jornada de agradecido trabajo me detuviera en su glorioso atrio y le diera gracias por un día más...por un día menos para que llegue ese momento de poder verla en deslumbrante e inigualable Estación de Penitencia. Hoy la vuelvo a ver en su casa, con la grandeza de la sencillez, con el regusto del buen gusto, con la delicadeza del exorno justo, con su maravillosa hermosura rematando una faena que a buen seguro firmaría el mismísimo Joselito "El Gallo". Ella, siempre Ella, que todo lo hace candor, todo lo hace fulgor y todo lo hace amor.
Hoy, de nuevo, volveré a pasar por una plaza, atravesare un atrio y entrare en una iglesia, besare las manos de otra Reina, que por el Pilar recrea su belleza y Esperanza la llamamos, y serán tus manos Macarena, y, en ese momento en el que parece que se aleja lo que uno mas quiere, aunque en realidad lo llevas más dentro, cae en la cuenta de la brevedad de la vida, de la fugacidad de los momentos de gozo. Sin que nos demos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, todo habrá pasado. Que poco quedara del momento, acaso solo lo que permanezca escrito en el corazón de Ella.
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