Diste a luz sola, insomne, dos veces sin posada;
humanamente hundida; humanamente muerta.
Y nos alumbraste a todos aquel Viernes,
Madre del Hombre, con la luna nueva.
No hay margenes. No hay flores. No hay orillas
de plata ni varales de magia meciéndose en la brisa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario