Ya se ha hecho alegría el Prado cercano y claro, reducto de grandeza bien entendida y mejor respetada, recuerdos de mi infancia, donde comenzara a madurar la fe lejos de la mantenida tristeza castellana que acabara contagiando una talla sin embargo excelsa, amada y comprendida, La Morena del Prado, que en su camarín se alza como Reina indiscutible de tan Real Villa.
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