Solo tienen 9 y 3 años, pero sus corazones y sus almas se vistieron de cofrades desde antes de contar sus días de vida por años. Es un placer verlos organizando procesiones por la casa, ahora yo soy la banda, ahora eres tu el paso, ahora yo llevo el bacalao, ¡no! tan deprisa no, los pasos van despacito, le dice la mayor al pequeño y así estarían horas....Hoy colocando algunas de sus cosas, ha salido un trocito de terciopelo rojo con algo dentro, despacio lo he desenvuelto y han aparecido estos recuerdos que en su último viaje a Sevilla, este pasado diciembre, recibieron de manos de quienes en estos actos hacían sus deberes de hermanos en mesas petitorias, que curioso aquí en nuestra tierra los deberes de hermano los realizan en otras mesas y con otros quehaceres, pero en fin no quiero desviar la atención de lo verdaderamente importante, decía que guardaban estos recuerdos en terciopelo, como algo delicado y que hay que mimar, y así lo han hecho ellos, porque en estos recuerdos está la Madre de Dios en besamanos, el Señor del Gran Poder en su altar y la impresión que causa su talón desnudo tan cerca y el nacimiento del Niño Dios en la hermandad del Rocío de Sevilla. Así se lo hemos hecho ver y así ellos lo han entendido, para que conforme sigan creciendo crean y defiendan estos preceptos y sean autentica semilla cofrade.
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