Nos lo cuenta Juan en su Evangelio: “Después de esto,
José de Arimatea que era discípulo de Jesús, aunque en
secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización
para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron,
pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo –aquel
que anteriormente había ido a verle de noche- con una
mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el
cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas
conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde
había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un
sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido
depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de
los judíos y el sepulcro estaba cerca pusieron a Jesús”.
Y en Sevilla lo representaron así:
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