La persona de quien hoy me quiero acordar en esta singular serie de escritos, es una persona que en este mundo de la semana santa no ha dado mucho ruido, pero el poco que ha dado, ha llenado de seriedad y buen hacer las cofradías donde ha estado y en las que sigue estando.
Magistral capataz durante los dos primeros años a costal del paso del Descendimiento, sin grandes aspavientos pero firme y sereno como nadie.
Años después mandaría el paso del Señor de la Bondad a su llegada a Ciudad Real, con el mismo temple y valor que años atrás mandó el sereno andar del Señor del Amor.
Enamorado de su cofradía, dirige como nadie el tramo de nazarenos que cada Miércoles Santo le es encomendado organizar y dirigir en la estación de penitencia de la Hermandad de la Flagelación.
Me alegró mucho el escuchar el año pasado que iba a mandar a la Señora de la Catedral en su estación de penitencia del Viernes Santo Ciudadrealeño, cosa que no llegó a cumplirse por lo que nos quedamos sin ver ese Viernes Santo al que sigue siendo bajo la sombra de un capirote uno de los grandes capataces de nuestra ciudad.
Amigo Antonio espero y esperamos muchos verte mandar de nuevo un paso para que nos vuelva a enamorar la sencillez de lo bien hecho.
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