Ha fondeado en mis adentros el
apremio de implorar anuencia a mis sueños tras unos días de desvelos y fatigas.
Dispongo mi cuerpo al cobijo de un cobertor para abrazar el sosiego y apago la
luz de mis ojos, consintiendo que los acordes de tus postreras marchas,
resonando en tu añeja estancia, me despojen
de las premuras y los compases de tu tez lacerada me cautiven por entero.
Los días irrumpen arrebujados en
nubes y palpitaciones y en solo unos instantes te presiento transitar
calladamente por cada uno de mis sentidos en tanto los relojes se esperan, el
tiempo se solaza, y mis entrañas se arrebatan al sentir tu estampa soberana en
la cercanía de tu eterna y celestial morada que abrasas con la luz de tus heridas,
con tu soñada mirada, con tu manera celada de siempre a tus pies llevarme
cuando tercia la mañana anhelada.
Esbozas suspiros que celo aspirar…
Trajino por los retumbos de tus palpitaciones… Me estremezco ante la cercanía
de tu imponente hechura y me descompongo con lo imposible de tu ausencia…
Me recreo en la cenefa de la
gloria, esa, a la que me lleva el Amor
de tu muerte serena, calmada… la fe que me prometen tus mansas manos, la paz y
la calma de tus silencios, que es oración estando a tu lado.
Y en el resquicio que nos aleja te
imploro que llegues hasta mí, que te respires a mi vera y que percibas el barrunto
de mis entrañas que se ha enamorado de tus hechuras, que sin ti no concibe cada
nueva primavera, que por ti vivifica su existencia, Señor del Amor, Dios de la
vida.
Me arrimo a tus plantas y me
hilvano las bastillas de las horas, consintiendo que la densa atmosfera de tu
capilla muera de recelos al percibir nuestras andanzas por sus plazas de cariño
revestidas.
Permíteme que seas Tú quien
perdone y redima cada uno de mis pecados... Consiénteme que seas Tú quien desbarates
mis duquelas... Y déjame que te sueñe, en un recodo flamante de mis delirios, como aquella vez, Tú en tu paso, yo
enfrente mandando “a tierra los dos costeros por parejo...siempre de
frente…siempre andando…
Recuerdas…paseamos el Amor como
nunca por esta Villa Real se había paseado, por las calles de mis nostalgias y
nos abandonamos a una noche que ya nunca dejara de retumbar en los adentros de
mi restañada alma.
Y en este punto, mansamente, recluyo mis ojos
de la luz de la tarde, hoy azulada, como de primavera recién estrenada. Me derrota
el cansancio, el letargo, el sueño que llama a revivir ensoñaciones anheladas.
Percibo el final de los días con los que jamás hubiera soñado…sé que mañana
será otro día, más esa alborada de un nuevo domingo de besapies siempre
suspirado, he vuelto a estar a tu lado… que nada me devuelva a las realidades….
Que nadie me despierte… de nuevo Señor, ante Ti estoy, frente a frente…
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