Y como el drama se hizo arte, las cofradías de Ciudad Real crearon la representación emocional más singular y perfecta de la religiosidad popular católica. Drama y alborozo en una sola pieza.
La ciudad y sus contornos podrían ser otra Judea para la Pasión. La sensibilidad cofrade esta bien preparada para ello. La luz, el aire, el perfume de la flor, el deslumbramiento de los muros encalados y los jardines en Primavera, calles, plazas, rincones, paisaje. El barrio emergiendo al otro lado de la ciudad, extramuros, como un monte de olivos capaz de competir con Getsemaní. Todo, riqueza y pobreza, alegría y sufrimiento, hacen de la ciudad escritura favorable, discurso vivo y ámbito propicio para poner en movimiento la palabra evangélica. La ilusión de un "pueblo apostólico".
Ciudad Real, pues, el quinto evangelista, el testigo de excepción para contar, en imágenes extraordinarias, el esplendor de la tragedia del Hijo del Hombre.
1 comentario:
Uno de los pasajes más reales del evangelio que podemos ver por nuestras calles. Es de esas hermandades que no sólo gozan de esplendor un día al año. Los más jóvenes dando ejemplo de cómo se debe tratar al Señor y a su Santa Madre. Muy buena la foto, entre la arboleda, me trae recuerdos de aquel bello parque María Luisa...
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