Son esos momentos de investidura amorosa que la hermandad pone en nuestro espíritu, la verdadera significación de la alegría que se apodera de nosotros, porque pesa mucho más el gozo que el dolor en nuestra Semana Santa, y la humanidad del Hijo de Dios, que cada Semana Santa muere y resucita ante nosotros, hace que nos olvidemos de la divinidad del Hijo de Hombre. Así, este gozo nuestro redentor nace y se siembra en nosotros a través de cosas que parecen inútiles, pequeños detalles sensibles, huellas luminosas de un Dios que cae bajo el peso de una cruz, un tacto especial en sus manos, un olfato especial, presentimientos, la belleza del gesto de una Madre siempre a su lado, la perfección de una flor- como cambia una flor sobre un paso- la lágrima de cera de un cirio que estuvo puesto allí en un lugar que solo uno conoce, una sombra de cruz besando el suelo sobre la cal de una pared por calle Lirio, el sabor dulce del incienso que queda después, son los primores minúsculos de una sensibilidad exquisita, las imágenes por las cuales nos identificamos, la película de un paraíso perdido-infancia, inocencia, amistad, bondad, amor, creencias, esperanza de salvación- que un día fue tierra prometida y a la cual nos gustaría llegar. Así, por ejemplo, vestir la túnica de nazareno de la hermandad se convierte en esa investidura donde proyectamos toda la gracia, la tradición, la memoria y la herencia de lo que de verdad somos y que nos permite desear y soñar lo que en verdad deberíamos ser.
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miércoles, 30 de noviembre de 2011
Detalles, tesoros cofrades...
Son esos momentos de investidura amorosa que la hermandad pone en nuestro espíritu, la verdadera significación de la alegría que se apodera de nosotros, porque pesa mucho más el gozo que el dolor en nuestra Semana Santa, y la humanidad del Hijo de Dios, que cada Semana Santa muere y resucita ante nosotros, hace que nos olvidemos de la divinidad del Hijo de Hombre. Así, este gozo nuestro redentor nace y se siembra en nosotros a través de cosas que parecen inútiles, pequeños detalles sensibles, huellas luminosas de un Dios que cae bajo el peso de una cruz, un tacto especial en sus manos, un olfato especial, presentimientos, la belleza del gesto de una Madre siempre a su lado, la perfección de una flor- como cambia una flor sobre un paso- la lágrima de cera de un cirio que estuvo puesto allí en un lugar que solo uno conoce, una sombra de cruz besando el suelo sobre la cal de una pared por calle Lirio, el sabor dulce del incienso que queda después, son los primores minúsculos de una sensibilidad exquisita, las imágenes por las cuales nos identificamos, la película de un paraíso perdido-infancia, inocencia, amistad, bondad, amor, creencias, esperanza de salvación- que un día fue tierra prometida y a la cual nos gustaría llegar. Así, por ejemplo, vestir la túnica de nazareno de la hermandad se convierte en esa investidura donde proyectamos toda la gracia, la tradición, la memoria y la herencia de lo que de verdad somos y que nos permite desear y soñar lo que en verdad deberíamos ser.
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4 comentarios:
de donde es este nazareno?
Es de Ciudad Real, recibe culto en la Parroquia de San Pedro de la misma localidad.
Saludos y gracias por pasarte por aquí.
Qué bonita la entrada, y la foto... qué voy a decir yo, jeje. Se asoma Dios por la ojiva, y abre nuestra gran semana. Qué día más mágico.
La verdad es que así es Sonia, es el día mágico en que todos nuestros sueños y anhelos se hacen imagen, y se concentran en su divina figura...
Muy pronto comenzaremos una nueva y esperanzadora cuenta atrás.
Saludos.
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