Diríase que te conoce ya de otras muchas Cuaresmas, con toda seguridad ya te visitaba en brazos de la que hoy la acompañaba luciendo en el blanco de su pelo el pasar de los años, a buen seguro viene a seguir cumpliendo con una tradición, con una herencia devocional, familiar. Sin temor a equivocarme, en esta ocasión no ha venido a pedir por ella, ha venido a pedirte por esa nueva vida que lleva dentro que se hace patente en su avanzado estado de gestación y su cansado andar, un nuevo ser, una nueva vida que seguira los pasos de su madre, de su familia, visitar a Jesús, el Nazareno y dejarle una plegaria, una ofrenda en forma de clavel rojo.
Se ha acercado a Tí con timidez, con cierto temor, con reparo, con respeto, y es que acercarse a Dios es muy grande. Te roza, te acaricia tus divinas manos, entre los labios se adivina una sentida oración y deja caer lentamente ese ramillete de claveles rojos como sangre tuya derramada y...te contempla absorta y ensimismada.
Este es nuestro pueblo, nuestra gente, gente que tiene a Jesús como centro de su vida, de sus oraciones y de sus plegarias más vivas. Hoy me he sentido si cabe más cristiano, he sentido detrás del objetivo de mi camara, he sido testigo de la devoción autentica de un pueblo, catolico y cristiano.
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