No sé si ahora eres Hombre o eres más Dios que nunca. Señor de las Penas: ¿por qué somos los hombres tan tristemente débiles, tan estúpidamente derrotados? Te estoy viendo, Señor, Dios Poderoso, sufriendo a Tí también, derrotada la carne, cargando sobre el hombro los pecados del mundo. Pero ya vas, pasito a paso, camino de tu casa, camino del final de tu pasión y de la victoria de tus Penas...
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