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miércoles, 3 de junio de 2009

"Arrias que saben a gloria..."


Y tras el esfuerzo, el merecido descanso; no sin antes culminar el delicado ejercicio de hacer descender el altar itinerante y oscilante que sostiene a nuestros Titulares. Templada actuación que consuma la chicotá y que supone rematar con delicadeza un esfuerzo casi siempre importante y, desde luego, no siempre valorado en su justa medida. Hasta me cabe la duda y la disconformidad con la habitual indiferencia del publico concurrente, que rara vez manifiesta su aprobación y su aplauso ante una actuación tan primorosa y exquisita como es la de posar al Señor y a su Bendita Madre con destreza y esmero; mitigando su pasión, su angustia o su dolor. Cuando precisamente, momentos después, aprobara sin reparos y hasta sin condiciones la ejecución de la levantá, que no siempre son merecedoras de tanto elogio. Además, no hay que olvidar que el llegar y hacer descender un paso han de suponer un momento providencial y hasta de fortuna. Un encuentro de bienvenida y recepción que, con más razón, deberíamos celebrar.

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