
El Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, instituyó esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Es una verdad que siempre la Iglesia ha profesado.
Los mártires nos dan     ejemplo. Prefirieron morir antes de negar a Jesús. Muchos mártires     del siglo XX en México, España, Cuba y otros lugares murieron     gritando ¡Viva Cristo Rey!. También en nuestro siglo.        
 
 
 
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