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sábado, 5 de abril de 2014

De las manos del mismo Dios...

Podría contaros que la Semana Santa es ese frío que recorre tu cuerpo cuando la luna pinta la sombra de un madero sobre los callejones de un barrio que bendice el Nazareno.


Podría deciros que la Semana Santa es ese silencio de una madruga de Viernes Santo que ni el propio eco devuelve por miedo a quedarse a oscuras ante un Dios que camina con su cruz por la ciudad.

Podría confesaros que la Semana Santa es ese pellizco que acaricia el alma cuando te giras y ves que un paso, morado de dolor, viene “racheando” marcando las huellas de tu camino.

Pero la Semana Santa, para todos los cofrades, es mucho más que todo eso...


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