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martes, 29 de abril de 2014
lunes, 28 de abril de 2014
El cielo del Perchel...
Esa es la fe verdadera, la que cada tarde de Viernes de sus Dolores sale a la calle para que las Reinas de la Caridad y la pobreza no se sientan solas, la que golpeará con un puñal el corazón de sus preocupaciones, La que pide por nosotros olvidándose de pedir únicamente por Ella.
Esa es la fe verdadera, la que nos arenga a creer en unos misterios sagrados, la que vence al tedio y al escepticismo con una simple oración sincera, la que deja en manos del destino lo que el destino tiene marcado sobre nosotros.
La zancada de Dios
El poderoso andar del Señor cerrando la octava de una Pascua de Resurrección cargada de una emotivísima devoción...
domingo, 27 de abril de 2014
La presencia real de Dios
jueves, 24 de abril de 2014
La memoria de la LUZ
lunes, 21 de abril de 2014
domingo, 20 de abril de 2014
Sueños de Semana Santa
Y ahora queda alimentarnos de lo vivido, soñar con lo que viviremos y vivir en cristiano y en cofrade para seguir cumpliendo los sueños que la próxima Semana de los anhelos nos traerá.
Feliz Pascua de Resurrección a todos.
sábado, 19 de abril de 2014
Su dulce despedida.
Al calor de la cera, la dama del Dulce Nombre, cortejada más que consolada por sus hermanos, nos resulta difícil encontrarle el callejón por el que admirar su cintura. Porque todos sus candeleros se han agolpado delante de su peana, cerrando filas para abrigar tanta belleza.
Y la cera es luz. De día el interior del palio es un cobijo de sombra que oculta en oscuridad el interior de las bambalinas. De noche, la luz pasa a recogerse dentro, como caja de resplandores, y son las caídas interiores las que ahora se iluminan, dejando fuera la tiniebla. Eso que gana el rostro de la Virgen, que ya es hoguera por sí solo y que cuando divisa de vuelta Santiago no sabes si prefieres llamarla por su Dulce Nombre o como también le cuadra entre la claridad de sus nazarenos, Dulce María de la Luz o Dulce nombre de María la Blanca…
Dulce el perfume del aire
Que vuela sobre tu paso,
Dulce la gloria infinita
En el hueco de tus manos.
Dulce el trasiego de amor
De tu gente nazarena,
Dulce se vuelve mi alma
Si me miras Madre Dulce y buena.
Dulce el palio que te arropa
Cobijando tu figura,
Dulce la luz de tus velas
Para mostrar tu hermosura.
Dulce el aroma que flota
Para bañar tu belleza,
Dulce el pañuelo que un día
Acariciara una Estrella
Dulces lágrimas que surcan
Tu cara de caramelo,
Dulce el encaje que roza
La bendición de tu pelo.
Dulce tu forma de andar
Como Reina que ronea,
Dulce tu candelería
Y hasta tus flores de cera.
Dulce tu plata que brilla
Dejando oscura a la luna,
Dulces bordados de seda
Para la rosa más pura...
Y la cera es luz. De día el interior del palio es un cobijo de sombra que oculta en oscuridad el interior de las bambalinas. De noche, la luz pasa a recogerse dentro, como caja de resplandores, y son las caídas interiores las que ahora se iluminan, dejando fuera la tiniebla. Eso que gana el rostro de la Virgen, que ya es hoguera por sí solo y que cuando divisa de vuelta Santiago no sabes si prefieres llamarla por su Dulce Nombre o como también le cuadra entre la claridad de sus nazarenos, Dulce María de la Luz o Dulce nombre de María la Blanca…
Dulce el perfume del aire
Que vuela sobre tu paso,
En el hueco de tus manos.
Dulce el trasiego de amor
De tu gente nazarena,
Dulce se vuelve mi alma
Si me miras Madre Dulce y buena.
Dulce el palio que te arropa
Cobijando tu figura,
Dulce la luz de tus velas
Para mostrar tu hermosura.
Dulce el aroma que flota
Para bañar tu belleza,
Dulce el pañuelo que un día
Acariciara una Estrella
Dulces lágrimas que surcan
Tu cara de caramelo,
Dulce el encaje que roza
La bendición de tu pelo.
Dulce tu forma de andar
Como Reina que ronea,
Dulce tu candelería
Y hasta tus flores de cera.
Dulce tu plata que brilla
Dejando oscura a la luna,
Dulces bordados de seda
Para la rosa más pura...
viernes, 18 de abril de 2014
Reina indiscutible de la Merced
Llega la Virgen de los Dolores y nuestros sentidos quedan invadidos por un extraño eco musical de aromas y colores, de una sensación de gozo incontenido que nos hace reír, llorar y emocionarnos a un tiempo y ganas irreprimibles de salir de nuevo a su encuentro para volver a mirarte en Ella.
Llega nuestra Madre de los Dolores y la ciudad, como aquel niño soñador de nuestra historia, queda convencida de haber visto andar por sus calles a la mismísima Madre de Dios.
Llega la Reina del Perchel y Emperatriz de la ciudad y este cofrade, que sueña con tus miradas, ahora más que nunca, se atreve a dirigirse a Ella para decirle:
Ya he rozado con mis manos la gloria.
Ya has hecho realidad mi larga espera.
No te marches, no rasgues con la música la espera
quédate aquí... o llévame contigo
Madre mía Perchelera.
jueves, 17 de abril de 2014
85 primaveras
No puede dejar de estar aquí. Ya no puede hilvanar una túnica nazarena. Y, sin embargo, cada primavera, fiel a su cita con el tiempo, que le pone otra añada mas de nostalgias, y con sus devociones, que le invaden casi al unisono...Una tristeza que arruga su semblante y una ilusión como recién estrenada, como la de esos revoltosos monaguillos rodeados de sus padres, que antaño llenaban de una luz de amanecida sus ahora cansados ojos... Divaga en cortos paseos su nostalgia.
No puede dejar de estar aquí. Mira quedamente al paso recién encendido.
Nunca dejara de estar aquí, ante sus ojos un sordo crujido le descubre que el paso se ha arriado justo a su lado. Una mirada de alegría se abre paso entre los antifaces. Las lagrimas vuelven a brillar, contempla a la Virgen, reza sin palabras. Diría que la llama, se siente vivir en presencia de su Dolor.
La procesión se aleja, pero en las entretelas de sus sentidos percibe que no se queda allí, que va con ellos haciendo una mas de su particular estación de penitencia.
Son los abuelos, la importancia de los abuelos para mantener y realzar nuestras raíces, nuestras mas hondas devociones.
Nunca dejara de estar aquí, ante sus ojos un sordo crujido le descubre que el paso se ha arriado justo a su lado. Una mirada de alegría se abre paso entre los antifaces. Las lagrimas vuelven a brillar, contempla a la Virgen, reza sin palabras. Diría que la llama, se siente vivir en presencia de su Dolor.
La procesión se aleja, pero en las entretelas de sus sentidos percibe que no se queda allí, que va con ellos haciendo una mas de su particular estación de penitencia.
Son los abuelos, la importancia de los abuelos para mantener y realzar nuestras raíces, nuestras mas hondas devociones.
sábado, 12 de abril de 2014
Cariñosamente guapa
pretenda ocupar el sitio
de aquella felicidad
que Dios puso en tu destino.
Mírala, que han levantado
su paso, y marchan contigo
todos los que ayer la amaron
y hoy en el cielo son brillo
que cantan el avemaría
de un rosario vespertino.
viernes, 11 de abril de 2014
Servita madurez...
El viernes abrirá su cielo, casi siempre luminoso, al hechizo de nuestra Semana Santa. Paso a paso llegamos al umbral penitencial de la ciudad. Es la víspera de los grandes días santos donde tarde, madrugada, amanecer y mediodía pondrán en vilo los confines del mundo.
Ya suenan, por las cuatro esquinas de la ciudad, los cánticos que piden misericordia. “Miserere mei” de esta Jerusalén de la mancha que necesita, para creer, palpar la imagen misma de Dios camino del Calvario arrastrando su cruz.
Viernes de vísperas, de mis Dolores, de mis recuerdos infantiles en la Plaza de Santiago.
Paso a paso, la tarde se colgaba de la torre –rosa y plata- con una cierta algazara de tenues nubes que se rizan en el cielo. Y van llegando, cirio blanco y mantilla bajo el hermano sol, las sombras del cortejo de dolores, tramo de la cruz de guía donde a esa hora una cortina de niños dejan en el aire sabor a chocolate.
Viernes de Dolores en el ocaso de la tarde.
Ahora, Madre de los Dolores, en ese lugar de desconcierto para este tiempo de primavera, el espacio cerrado de los prodigios en movimiento, cuando el esfuerzo se transforma en arte y luego vuela contigo al cielo, Virgen y Madre entre varales, paso de danza emergiendo de los nuevos fuegos, rumor de luces que envuelve tu palio, nube celestial en la que allí mismo se detienen los siglos en honor de la gloria y la ceniza del tiempo, fundida en cera y flor y que se hace clamor de un pueblo. Ciudad Real sombra altísima en las campanas de la torre santa de Santiago.
El dolor que tú paseas. El amor de un puñado de cofrades. Dolores de toda una ciudad.
Viernes de Dolores en el ocaso de la tarde cuando sale a la calle la Servita madurez de nuestra Semana Santa.
Ya suenan, por las cuatro esquinas de la ciudad, los cánticos que piden misericordia. “Miserere mei” de esta Jerusalén de la mancha que necesita, para creer, palpar la imagen misma de Dios camino del Calvario arrastrando su cruz.
Paso a paso, la tarde se colgaba de la torre –rosa y plata- con una cierta algazara de tenues nubes que se rizan en el cielo. Y van llegando, cirio blanco y mantilla bajo el hermano sol, las sombras del cortejo de dolores, tramo de la cruz de guía donde a esa hora una cortina de niños dejan en el aire sabor a chocolate.
Viernes de Dolores en el ocaso de la tarde.
Ahora, Madre de los Dolores, en ese lugar de desconcierto para este tiempo de primavera, el espacio cerrado de los prodigios en movimiento, cuando el esfuerzo se transforma en arte y luego vuela contigo al cielo, Virgen y Madre entre varales, paso de danza emergiendo de los nuevos fuegos, rumor de luces que envuelve tu palio, nube celestial en la que allí mismo se detienen los siglos en honor de la gloria y la ceniza del tiempo, fundida en cera y flor y que se hace clamor de un pueblo. Ciudad Real sombra altísima en las campanas de la torre santa de Santiago.
El dolor que tú paseas. El amor de un puñado de cofrades. Dolores de toda una ciudad.
Viernes de Dolores en el ocaso de la tarde cuando sale a la calle la Servita madurez de nuestra Semana Santa.
jueves, 10 de abril de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
Impacientes...
sábado, 5 de abril de 2014
De las manos del mismo Dios...
Podría contaros que la Semana Santa es ese frío que recorre tu cuerpo cuando la luna pinta la sombra de un madero sobre los callejones de un barrio que bendice el Nazareno.

Podría deciros que la Semana Santa es ese silencio de una madruga de Viernes Santo que ni el propio eco devuelve por miedo a quedarse a oscuras ante un Dios que camina con su cruz por la ciudad.
Podría confesaros que la Semana Santa es ese pellizco que acaricia el alma cuando te giras y ves que un paso, morado de dolor, viene “racheando” marcando las huellas de tu camino.
Pero la Semana Santa, para todos los cofrades, es mucho más que todo eso...
Podría deciros que la Semana Santa es ese silencio de una madruga de Viernes Santo que ni el propio eco devuelve por miedo a quedarse a oscuras ante un Dios que camina con su cruz por la ciudad.
Podría confesaros que la Semana Santa es ese pellizco que acaricia el alma cuando te giras y ves que un paso, morado de dolor, viene “racheando” marcando las huellas de tu camino.
Pero la Semana Santa, para todos los cofrades, es mucho más que todo eso...
viernes, 4 de abril de 2014
Y...encontré a la Piedad dormida...
al calor de la cera entre guardabrisas arrebujada,
al amparo de un aroma fresco, joven, el de tus hermanos.
Y...encontré a la Piedad dormida en los brazos de una Madre
que en nuestra ciudad vive en el Prado...
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