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jueves, 29 de enero de 2015

Una ciudad dolorida

Te extraño tanto en la liturgia de la media luz... a solas, mientras el frío y el albor que está por llegar sacuden las almas y despiertan nuestras más enraizadas y emotivas rogativas, me reconforta desenterrar que yo sin más, he alcanzado a soportar un ascua fugaz por el mismo trayecto por el que Tú fuiste llevando día a día todas mis suplicas y cansadas cruces. No me veo en el reflejo de mi oscuro espejo, no me alumbra la luz de tu escondida y sin par mirada, claridad en mi enlutada historia. Pero pronto la Majestad de una Madre vestida de tafetán azulado en la plaza, volverá a perdonar mis pecados. Y me consolara en esta vida y en su muerte, dejando mi devoción a la intemperie.

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