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martes, 23 de abril de 2013

La estación de la ausencia

En la todavía cercana distancia inquieta de las nostalgias, con el sonido de fondo de los golpes bruscos de los palermos, -cual corazón joven con unas ganas inabarcables de vivir- sobre un nuevo y recién estrenado camino hacia tu calvario, en la tenue atardecida de oros apagados por las primeras sombras de la tarde teñida de olivos, la cofradía se pone en la calle... Hay miedo, inquietud por las sombras del dolor, sobre todo del silencio...ese mudo silencio de un costal que calla...que cobra vida a sus pies...aunque, a la vez, algo mágico surge, como una pequeña sonrisa  que nos hace patente su clamorosa presencia.
"A la Gloria" suena como nunca, cual miserere de leves suspiros que se dejan sentir entre el murmullo difuso de las gentes que se encuentran frente a Él, absortas, quietas, distantes de una soledad que hoy rodea y acompaña a toda una hermandad. Es la nostalgia de no volverte a encontrar con un amigo de la hermandad, la melancolía de saber que nunca mas volverás a estar unido a él en estos momentos de penitencia, saboreando una eternidad desde la confianza, el cariño mas entrañable.
Te has vuelto a ver, una vez mas, su tramo, su ultimo tramo: sonrisas nerviosas a la espera de que todo sea un mal sueño y el sentimiento profundo y amargo de vivir un presente, que es a la vez, futuro intangible, anticipo de un sueño, porque el cofrade tiene licencia para soñar por unas horas, haciendo vivir en su ilusión  la estética de una madera muerta que dará vida -por unas horas a ese fiscal que hoy nos falta-, rostro querido, devoción intensa, amor hecho Hombre entre lagrimas de una Madre fuente de la tan ansiada Salud.
Pero ahora, en la penumbra de Su ínfima habitación, los ojos se abren a la realidad de la ausencia, que se sabia difícil, que se esperaba con temor, como un sacrificio que solo Él sabe lo que esta costando. No se quiere ver el consuelo de unas imágenes. seria, no se, un sinsentido, como si muriera para siempre una rosa de pasión o se rompiera un encanto.
De pronto se sienten solos. Hay angustia en los corazones. Conocen los síntomas  No se siente nada, como si se hubiera perdido la capacidad de seguir siendo lo que se añora en lo mas profundo del alma, como si se hubiera perdido todo el amor por ese ser querido. Se dejan invadir por las sombras... Recuerdan aquellas sus ilusiones llenando sus días en la hermandad, porque allí descubrió a gente que le enseño lo que significaba darse y sentirse querido.
Algo se muere en cada instante que pasa... Y no es la falsa melancolía del sentimiento. La fe del cofrade es toda una metáfora de esa muerte que va limando los flecos de nostalgias que ahora les hacen reír  las ilusiones que solo son quimeras y no llenan el alma. Esa muerte que no llama, entra sin pedir permiso y todo lo vuelve negro, intangible, maldito.
En la naciente madrugada, cuando la cofradía ya va de regreso, hay ese momento en que los ojos de los nazarenos se miran entre si, de una manera especial, profunda, como si Alguien te iluminara con los ojos de aquel hermano que hoy falta y te expresara el consuelo que sentía por acompañarle, la ternura de un abrazo sin fin, mas allá de la piel, donde solo existes tu y Él. Y la vida nace de la madera bendita del rostro devoto de un Cristo que parece, solo parece empezar a morir, Cristo Cautivo imposible, fuerte como torre de DAVID, en una estación de penitencia diferente, pero, siempre... la misma.

1 comentario:

PEPE LASALA dijo...

Una de las mejores entradas que he leído amigo, digna de un gran Pregón. Enhorabuena.