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jueves, 20 de noviembre de 2014

Ampáranos...

Amparados por la quietud del momento, envueltos por el sigilo del lugar… nos abandonamos a la atmósfera del instante, al hálito del suspiro, a la fragancia que todavía atesora la vida que puede presentirse si te miras en el brillo de sus ojos, en las marcas de las sogas en sus latidos, en las ya vislumbradas heridas donde los plegarias anhelan el momento de ser escuchadas.
Atesorar la paz de ese soplo en el tiempo… para cruzar de puntillas por el quicio del cielo y descubrir el refugio soñado en los pliegues de su túnica rasa. Silencio, quietud, es lo que la mayoría de nosotros convendría  que hiciéramos las más de las veces sin permitir que la recriminación pida la vez a la saña y al odio.

1 comentario:

PEPE LASALA dijo...

En el refugio en su Túnica vive nuestra esperanza. precioso, bien escrito y con sentimiento cofrade. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amigo. @Pepe_Lasala