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jueves, 24 de octubre de 2013

Cuando los siglos se duermen...

Hay en él, en tu "paso" de Cristo que arrastra la Cruz hasta el Calvario, una palabra que nos quema: "la Pena nos urge".
Y hay ahí, en ese pequeño ámbito sacramental y conventual de la capilla donde te han puesto mis hermanos, tus cofrades, un silencio que habla. Mejor: un silencio que invade. Silencio puro, hacia dentro. Silencio interior que me parece en esa noche de Martes única, como un brillo oscuro que pusiera cerco a nuestras vidas.
Se perfila en el alma una congoja universal, una invisible espada nueva que hiere en lo mas hondo. Y brota en mi vivencia cofrade de aprendiz de cristiano, una herida que el viento hace espina en tu frente clavada.
Te veo ahí, tan cerca, tan indefenso, te miro solamente y tu estatura de cielo a punto de caer en tierra como un secreto bálsamo, luz demasiado viva esta brindando a mi ojo mortal.
Hermanos, ayudadme. ¿Acaso no estáis viendo todo un mundo quebrándose en sus ojos? Ese cuerpo fundido en las tinieblas del incienso, buscando un asidero de infinita hermosura, agua de vida eterna que fluye de su sangre con mística violencia, la Pena traspasando nuestra insensata historia, carne y sangre vencida, un parto de agonía, una patena irresistible donde brota el espíritu, donde despierta una ciudad dormida en la confluencia de los siglos...

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