Se asoma a su prado. Vuelan las suplicas, le acarician las promesas,
se corta el fervor...
Sujétame entre tus manos, que el aire nos refresque a los dos.
Sueños de mecidas al compás de una oración y fe que desborda el cariño de tus gentes.
Musita tu oración y alegra, Morena del Prado, tu rostro,
que Ciudad Real te espera con oraciones, piropos y flores en la tarde inefable de agosto.
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