Un amor que el mundo necesita con urgencia y en el que solo podrá creer cuando todos nosotros, cristianos, nazarenos de las Penas, nazarenos de esta ciudad herida por la envidia y el rencor, abracemos su Cruz de Penas y amor y hagamos realidad su mensaje.
Paso a paso, en medio de la noche, vigilantes, insomnes, firmes en la fe como ese inconfundible silencio del Nazareno de las Penas, que anoche dejó huérfano al martes más santo del año...
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