
Semana Santa de los hombres y mujeres de Ciudad Real, sintiéndola, emocionándose, y donde siempre se espera el milagro del pan y del vino de una vida más justa, más fraterna, más pacifica para todos. Y así aquella imagen del Cristo o la Virgen de nuestros amores asume materialmente, como una señal, como un signo absolutamente vivencial e intimo, toda nuestra historia personal y secreta, todo el argumento de nuestra comunión con la vida...
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