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martes, 31 de diciembre de 2013

Nuestro particular Via Crucis

Tiempos de consternaciones. Tiempos de reflexión y renovación. Ciudad Real debe movilizarse en una gran Misión. Las cofradías deben comprometerse en aquella tarea evangelizadora para la que principalmente fueron erigidas. Todo parece estar revuelto en el mundo y todo parece indicar la urgencia de un cambio en las instituciones y en las mentalidades.
Llega un nuevo año y con él, una nueva Cuaresma, la hora de la ceniza, del arrepentimiento y del perdón. Esa Cuaresma Conciliar que sigue y debe seguir a la inmensa actividad post-misionera.
Los ciudadanos, los cofrades están sorprendidos, incluso desconcertados. ¿Hacia donde vamos?
Las cofradías deben caminar juntas de nuevo desde la casa de la iglesia, replica imaginaria del humilde pesebre donde hace unos días nació el Amor, hasta ese Calvario domestico de las calles de nuestra ciudad convertidas en estaciones del Vía-Crucis y por las que deberíamos de caminar ayudándonos ora a llevar la Cruz, ora a desclavar de Ella al que sufre nuestra ira y rencor.
Un Vía-Crucis apoyado en el Amor y con ansias de actualidad y paz vivificadora.
Son siglos de historia cristiana y, sin embargo parece que fue ayer. Y  todos, de alguna manera, lo hemos visto en las imágenes de las cofradías, pasos y escenas del drama que, en retablos de cerámica y en advocaciones de hermandades, vivimos año tras año durante la Semana Santa.
Vía-Crucis de las hermandades, igual que un día de la Pascua de Nisán, Jesús de Nazaret recorrió las catorce estaciones dolorosas del primer Vía-crucis de la historia.
Después…la “quince”, la Única, la del Cristo Total que arranca para siempre una revolución en el espíritu.
Así, la ciudad, al filo azul y oro de sus tardes marianas, debe recorrer, está obligada a caminar con Él estos misterios de dolor y gozo. Una ciudad que es amor y es temblor. Ciudad Real y su mundo cofrade, “jardín cerrado para muchos”, tras las jarras de plata donde crecen, azucenas del alma, las cruces y los cirios de su vida.
Porque nuestra ciudad es también cruz y camino. Y mientras queden en el mundo hombres y mujeres que sufren, Cristo estará en la cruz, recorrerá el camino.
Cautivo, hambriento, apaleado, humillado, un hombre cae: es la vieja historia de nuestro siglo XXI. En los campos de Europa, en las selvas de África, en los desiertos y en las ciudades, en el corazón de Asia, en las calles de América. Negros, cobrizos, amarillos o blancos: catorce estaciones de dolor y aquí solo parece importar una…la del dinero y su color, la de la alta posición y la del tú no eres más que yo…y mientras en expectación de una ansiosamente aguardada Esperanza liberadora.
Que el 2014 sea la Esperanza de todos.

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