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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Un estado de animo...

Amanece por Santiago en blanco y negro. No sabría decir si era sueño o una de esas realidades que a veces parecen absurdas por su obviedad. Era blanca la mañana del recién nacido otoño, la claridad absorbía poco a poco las ultimas penumbras de la noche... Pero era una claridad neutra, sin atisbos de color...como si buscara misterioso contraste con mi estado de animo: oscuro, apagado...a modo de esas molestas y persistentes manchas negras que perturban en los ojos la visión... Me impiden ser, casi vivir.
Solo en quienes me rodean puedo percibir que mas allá de mi había color, vida, matices de ilusión, de asombro de alegría. Querría pedir prestados al menos por unos instantes los ojos intensos con que mis hijos me miraban y con una sonrisa me deseaban felicidades...o los de mi mujer, iluminados por la llama del amor y que desde hace 18 años ya -madre mía- me alegran sin igual este día.
Pero no solo eran figuraciones mías. Desde muy temprano parecía como si el sol brillara de otra manera. menos perceptible... y cuando ya avanza el día sus rayos no conseguían dorar calidamente los rostros amables, ni siquiera rozar en un breve adiós los amables y dulces rostros de mi familia.
He acudido a la muda llamada que desde el Prado se ha dejado sentir, buscando un poco de consuelo, quizá solo algo de compañía... allí en la tenue oscuridad descansa, nos protege guía e ilumina la imagen de nuestra Patrona, Madre del Prado morena... Hay una comunión muy especial con esta Madre del cielo, como si su Niño fuera un poco de todos. "La muerte -me decía- no es sino ver la vida en blanco y negro"... cerré los ojos... pero, entre la sutil penumbra, sentí como un escalofrío: alguien reclamaba también el calor, la sonrisa, la pureza, la paz de ese Niño, y me di cuenta, en el contacto frío de esas otras manos de mujer, que le entregaban su vida...
Percibí poco a poco la tenue claridad de las velas con sus matices dorados y los rostros de las gentes cobraron viveza, como la discreta luz roja del Sagrario, que durante mi estancia en Su Casa parecía haberse escondido en el blanco y negro de un estado de animo...

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